domingo, 9 de abril de 2017

Iluminados y Maestros Ascendidos

¿Qué dice el Curso sobre los iluminados, los Maestros Ascendidos, los que han completado el proceso de sanación de la mente, transcendiendo la separación/dualidad? El Curso no dice demasiado sobre esto, pues prefiere centrarse en lo que nos es realmente útil para despertar: el perdón. Pero sí hay algunas insinuaciones sobre los iluminados e incluso sobre los Maestros Ascendidos, aunque el Curso utiliza otra terminología (Maestros de maestros, psicoterapeutas sin ego, terapeutas avanzados, etc). En seguida voy a copiar 3 citas del Curso donde se habla de esto (M.26.2-3; P.2.III.4.4; P.3.II.7.5-10), pero primero citaré unas breves palabras de Ken Wapnick relacionadas con esto:

Además, hay algunas personas que han trascendido totalmente sus egos, y que permanecen aquí por un tiempo para ayudar a otras personas a lograrlo. Ellos son los que en el Oriente se conocen como avatares o bodisattvas: personas que han trascendido totalmente sus egos, pero que permanecen asidos a una astilla del ego para poder quedarse aquí en el cuerpo. Ya no están aquí para aprender lecciones. Pero, como indica el Curso en algún lugar, esto es tan raro que no vale la pena hablar de ello (M-26.2-3). (Los 50 principios del milagro; comentario al 2º principio)

Lo que más me ha gustado de esa cita es el detalle de cuando dice: «(...) permanecen asidos a una astilla del ego para poder quedarse aquí en el cuerpo», pues es lo que se ha comentado muchas veces en el ámbito de las tradiciones orientales (por ejemplo, el iluminado que se aficiona a alguna preferencia como un modo de poder seguir enfocado en el mundo, ya sea aficionándose a un deporte, al chocolate, a jugar con muñecas, etc). Otra manera de expresar esto es como lo describió Pursah hablando de sí misma (en el libro "La desaparición del universo") cuando mencionó que tras su iluminación se mantuvo 11 años aún "encarnada", menos de lo que suele ser habitual por lo general en los iluminados, y comenta que fue como poner el pie en la puerta para que no se cierre: «Mantuve deliberadamente un pie en la puerta, por así decirlo» (para ayudar a que Arten se iluminara también). Eso lo dice Pursah cerca del final del capítulo 11, titulado "Una muy breve historia del tiempo".

Pero ese tipo de expresiones o de dinámicas (descritas como mantener un pie en la puerta, o como permanecer asido a una astilla de ego) podemos utilizarlas también para el caso de los Maestros Ascendidos, del mismo modo que para los iluminados (no hay realmente diferencia entre los iluminados "aún encarnados" y los Maestros Ascendidos, pero por conveniencia, podemos hablar de ellos como si fuesen casos distintos).

Y ahora las citas relacionadas del Curso:

Hay quienes han llegado a Dios directamente, al haber dejado atrás todo límite mundano y al haber recordado perfectamente su propia Identidad. A éstos se les podría llamar los Maestros de los maestros porque, aunque ya no se les puede ver, todavía se puede invocar su imagen. Y aparecerán en el momento y en el lugar en que pueda ser de utilidad que lo hagan. A quienes su aparición les podría atemorizar, les dan sus ideas. Nadie puede invocarlos en vano. No hay nadie de quien ellos no sean conscientes. Son conscientes de todas las necesidades, y reconocen y pasan por alto todos los errores. Llegará un día en que todo esto se entenderá claramente. Mientras tanto, ellos les dan todos sus dones a los maestros de Dios que acuden a ellos en busca de ayuda, pidiendo todas las cosas en el Nombre de ellos y en ningún otro.

Es posible que en algunas ocasiones un maestro de Dios tenga una breve experiencia de unión directa con Dios. Sin embargo, es casi imposible que en este mundo una experiencia así pueda perdurar. Tal vez se pueda alcanzar tras mucha devoción y dedicación, y luego mantenerse durante gran parte de la estancia en la tierra. Mas eso es tan raro, que no se puede considerar una meta realista. Si sucede, bien. Si no sucede, bien también. Todos los estados mundanos son en cualquier caso ilusorios. Si se alcanzase a Dios directamente en una conciencia continua, el cuerpo no se podría conservar por mucho tiempo. Aquellos que han abandonado el cuerpo con el único propósito de ser de ayuda a los que aún están aquí son en verdad muy pocos. Y ellos necesitan ayudantes que aún se encuentren en cautiverio y que aún estén dormidos, para que con su despertar pueda oírse la Voz de Dios. (M.26.2-3)

En cierto sentido, el psicoterapeuta sin ego es una abstracción que se encuentra al final del proceso de curación; demasiado avanzado para creer en la enfermedad y demasiado cerca de Dios para mantener los pies sobre la tierra. (P.2.III.4.4)

Hay algunos en este mundo que casi lo han logrado, pero no han aceptado el regalo del todo para poder permanecer aquí y dejar que su comprensión permanezca en la tierra hasta el final de los tiempos. Realmente no se les debe llamar terapeutas profesionales. Son los Santos de Dios. Son los Salvadores del mundo. Su imagen ha de permanecer, porque así lo han elegido. Toman el lugar de otras imágenes y su ayuda llega en forma de tiernos sueños. (P.3.II.7.5-10)

La primera frase de la última cita, «Hay algunos en este mundo que casi lo han logrado, pero no han aceptado el regalo del todo para poder permanecer aquí y dejar que su comprensión permanezca en la tierra hasta el final de los tiempos», está relacionada con las otras expresiones que hemos mencionado más arriba («(...) permanecen asidos a una astilla del ego para poder quedarse aquí en el cuerpo», «Mantuve deliberadamente un pie en la puerta, por así decirlo»). En este tipo de frases hay destellos o insinuaciones para nuestra intuición (esto es asunto de nuestro Maestro interior). El "casi lo han logrado", es un "casi" sin el "casi" realmente. Pues lo han logrado. El "casi" es simplemente para indicar que para nosotros aún parecen estar aquí para ayudarnos, utilizando como "interfaz" el "mundo real" o "iluminación", podríamos decir. Decimos "casi" simplemente porque aún se permiten "percibir" (para ayudarnos), y eso es como poner el pie en la puerta, es decir, mantenerse un "ratito más" en la "última de las ilusiones" (la iluminación) con fines únicamente de ayudar a los que aún "duermen". El mantener "una astilla del ego", además de los ejemplos mundanos que puse más arriba, puede tratarse también de algo tan simple como que aún perciben el mundo y nos ayudan a despertar de la dualidad. Eso es aún ilusorio (la última de los ilusiones; la astilla de ego), pues ellos saben perfectamente que no existe la dualidad; que nadie necesita despertar, pues nadie durmió jamás; que únicamente existe el Uno, el siempre despierto, ilimitado y en perfecta Unidad/Plenitud. Estos "Maestros de maestros" ni siquiera están aquí realmente, aunque se nos da esta metáfora. Estas expresiones se escriben así por nosotros, por su utilidad, y no porque sean una verdad literal. La única verdad literal es que solamente existe Dios/Unidad y no hay otra cosa que este GOZO/UNO. La dualidad no existe. Pero puesto que las palabras se escriben para nosotros y han de tener sentido para nosotros, este tipo de mensajes nos proporcionan información útil, aproximadamente exacta, y repleta de destellos para nuestra intuición.

Aceptar el regalo completamente, equivaldría al reconocimiento del Cielo/UNO, y con el mismo ticket disfrutamos de "la desaparición del universo" (definitivamente y para siempre), pues en el Cielo no hay mundo, de hecho nunca lo hubo. Esa aceptación total del regalo es unidad total con Dios, Quien no sabe nada del mundo. Pero puesto que cuando hablamos de Maestros de maestros (es decir, de iluminados) nos referimos a seres que han trascendido el ego pero que todavía están disponibles para ayudarnos en nuestro despertar, entonces eso significa que nos referimos a ellos como aún estando aquí cerca de nosotros en algún sentido, y por eso decimos que "casi lo han logrado", o que "no han aceptado el regalo del todo". No es que no hayan logrado reconocer la total Unidad, sino que nosotros preferimos sentirnos acompañados y se nos complace. Para nosotros, "casi lo han logrado", porque aún perciben para poder ayudarnos. Para Ellos, lo han logrado totalmente. De todos modos no son más que metáforas para proporcionarnos alguna indicación útil de que disponemos de toda la ayuda que necesitemos.

Hay algunos paralelismos entre las citas que he copiado. Señalo uno como ejemplo: «A quienes su aparición les podría atemorizar, les dan sus ideas» (M.26.2.4), ese "les dan sus ideas" se relaciona con el "en forma de tiernos sueños" de «Toman el lugar de otras imágenes y su ayuda llega en forma de tiernos sueños» (P.3.II.7.10). (Y por supuesto que esos "tiernos sueños" es una expresión válida para nuestros sueños nocturnos e igualmente válida para nuestros sueños de vigilia; y "les dan sus ideas" es algo a lo que podemos abrirnos en cualquier momento, y podemos llamarlas también "intuiciones"). Por cierto, como he comentado en otras ocasiones, no perdamos de vista que todo esto de los Maestros de maestros, iluminados, etc, es una metáfora, no una verdad literal. Pues no hay nada externo a nuestro propio ser. Y todo esas ayudas, Maestros de maestros o como decidamos llamarlos, son símbolos del Recuerdo de la Verdad, que se encuentra en nuestra propia mente recta. En realidad somos nosotros mismos (nuestra mentalidad recta, el recuerdo de la verdad en nosotros) quienes nos despertamos a nosotros mismos... aunque decir esto sigue siendo metáfora. ¿Cómo puede despertar lo que nunca podría dormirse?

El Curso no se molesta en hablar demasiado sobre esto, más allá de breves insinuaciones como las que he citado, pues para nosotros no significan nada las palabras referidas a tal situación tan avanzada, con el proceso de despertar finalizado.

Nadie que no se encuentre en el Cielo puede entender esto, pues entenderlo es en sí el Cielo. (T.30.V.4.2)

No hay necesidad de clarificar más lo que nadie en el mundo puede entender. Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo comprenderás plenamente. Pero por ahora aún nos queda trabajo por hacer, pues aquellos que se encuentran en el tiempo pueden hablar de cosas que están más allá de él, y escuchar palabras que explican que lo que ha de venir ha pasado ya. Mas ¿qué significado pueden tener dichas palabras para los que todavía se rigen por el reloj, y se levantan, trabajan y se van a dormir de acuerdo con él? (L.169.10)

Nadie en la tierra puede entender plenamente lo que es el Cielo ni cuál es el verdadero significado de su Creador. (M.23.6.1)

Y por lo tanto el Curso se enfoca en enseñarnos a perdonar no-dualmente, que es lo que nos conduce a ese punto final que no se puede entender desde nuestro punto de vista espaciotemporal.

Por cierto, señalo también un paralelismo entre estas citas finales y la del Manual que copié más arriba:

«Llegará un día en que todo esto se entenderá claramente» (M.26.2.8)

«Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo comprenderás plenamente» (L.169.10.2)

Por si alguien se preguntaba el "cuándo" jejeje... aunque no era difícil de intuir la respuesta ;-)

☼☼☼

PD: Como suplemento, comentemos un poco sobre qué pasa tras la iluminación. No es algo lineal ni descriptible con palabras, pero en palabras podríamos decir que el iluminado tiene en principio la posibilidad de elegir entre "aceptar el regalo completamente", o "no aceptarlo del todo" para así ayudar a quienes aún no han despertado. Si elige aceptar el regalo del todo, entonces el universo de las formas desaparece para siempre y solo queda el Cielo o estado natural: la UNIDAD. En ese caso, el iluminado no tiene que esperar a que el resto se iluminen, pues ya ha reconocido la verdad de que la separación/sueño nunca ocurrió, por lo tanto ha transcendido el tiempo y al aceptar el Cielo, todos lo han aceptado unidos con él. Ya no hay mundo. Solo existe la Unidad, y nadie falta en Ella. Es plenitud, totalidad. Nadie queda atrás o dormido. De hecho, nadie durmió jamás. Sólo existe el UNO, como siempre, desde siempre y para siempre, en toda su resplandeciente Gloria. 

Si el iluminado prefiere no aceptar el regalo del todo, digamos que se convierte en un Maestro Ascendido y durante "un tiempo" (hasta el fin de los tiempos si fluye así) puede ayudar a los demás a despertar, al mismo tiempo que experimenta la plenitud de su iluminación. Esto es algo así como quedarse un ratito más en el sueño (quedarse a jugar un ratito más, pues en realidad el iluminado sabe que nadie se ha dormido, nadie necesita realmente ayuda), pero para el iluminado es un estado con acceso al conocimiento (samaddhi, revelación, donde el mundo desaparece), y cuando elige suavizar ese estado para poder percibir y ayudar de un modo más formal, lo hace desde la "interfaz" llamada "iluminación" o "mundo real", es decir, en un estado de samaddhi suavizado lo suficiente para poder percibir; es decir, puede percibir para ver dónde y cómo ayudar, pero manteniendo la perfecta paz de Dios, en un sueño feliz sin sufrimiento alguno, sin la más mínima gota de ansiedad. Además, en cualquier momento que lo elija puede volver a enfocarse en el conocimiento/revelación/samaddhi, o incluso si así lo elige, finalmente aceptar el regalo del todo. 

Al final, en cualquier caso, en términos lineales diríamos que todos los seres acabarán despertando, y entonces ya no habrá motivos para seguir jugando en el teatro de las ilusiones. Entonces todos como Uno regresamos a Casa, al estado natural de Unidad. El mundo ha desaparecido. Y solo queda lo que realmente siempre hubo: Dios/Unidad. Cada iluminado puede elegir ir directamente a esto cuando quiera, incluso recién lograda la iluminación (pues como dijimos, en ese caso todos los demás quedan iluminados junto con él). Por lo tanto, al final, el mundo desaparece en la nada de donde "provino", pues es ilusorio y nunca existió realmente. Pero para quienes sienten inquietud con la idea de que desaparezca el universo de las formas, puede tranquilizarles saber que no es necesario que eso suceda de repente tras la iluminación, pues uno puede elegir esa opción de convertirse en un Maestro Ascendido y jugar un poco más, mientras quede alguien dormido para ayudarlo a despertar. 

De todos modos todo esto es metafórico. La única realidad es Dios. En cierto modo, todos los iluminados eligen convertirse en Maestros Ascendidos (en el sentido de que su imagen/recuerdo sigue en la mente, disponible para todos los que creen seguir durmiendo), y al mismo tiempo, todos los iluminados han aceptado el regalo completamente, en el sentido de que el tiempo es ilusorio y una vez transcendida la ilusión, ya nada te separa de la verdad. Así que es una mera cuestión de puntos de vista. 

Finalizo con unas citas relacionadas con el tema de este suplemento. La primera ya la mencioné más arriba (del Anexo "Psicoterapia", del Curso). Las otras 5 son de Gary Renard (recordemos que en sus libros, J significa Jesús), de sus  3 primeros libros (que juntos forman una trilogía, la trilogía de "La desaparición": 1) "La desaparición del universo". 2) "Tu Realidad Inmortal". 3) "El Amor no ha olvidado a nadie"). Aquí van todas esas citas: 

1ª cita

Hay algunos en este mundo que casi lo han logrado, pero no han aceptado el regalo del todo para poder permanecer aquí y dejar que su comprensión permanezca en la tierra hasta el final de los tiempos. (P.3.II.7.5)

2ª cita

GARY: Eso será impresionante. ¿Qué pasa con los que se iluminan antes? ¿Tienen que quedarse esperando durante millones de años a los demás? 

ARTEN: ¡No! En cuanto alcanzas la iluminación y dejas el cuerpo a un lado, estás despierto y fuera del sueño, lo que significa que en realidad estás fuera del espacio y del tiempo. Aunque a otros les pueda parecer que están pasando miles de años, para ti, el final del tiempo ya ha ocurrido, y la "espera" hasta que todos los "demás" estén iluminados no es más que un instante. Por supuesto, puedes elegir ayudar a J a ayudar a otros, como hemos hecho nosotros, y te aseguro que no es una carga. 

GARY: De todos modos, la experiencia de estar iluminado y de estar fuera del tiempo y del espacio debe ser prácticamente igual que el Cielo. 

ARTEN: ¿Te gustaría comentar eso, Pursah? 

PURSAH: Ciertamente, pero ¿por qué no dejar que el Curso diga a Gary qué es el Cielo? Recuerda que el Cielo es verdadera unidad, a diferencia de la idea de ser uno con el universo, o incluso uno con la mente que está fuera del tiempo y del espacio que hizo el universo. Aparentemente, esas ideas siguen estando fuera de Dios. En la verdadera unidad sólo Dios es, y nunca ninguna otra cosa podría ser. Por eso Dios Mismo da el último paso, y por eso tampoco es posible hacer concesiones respecto a esta idea. La idea que el Curso ofrece de Dios es todo lo elevada que puede ser, porque es la verdad. La Unidad no puede ser perfecta si hay alguna otra cosa de la que ser consciente. 

El Cielo no es un lugar ni tampoco una condición. Es simplemente la conciencia de la perfecta Unidad y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta Unidad, ni nada dentro. (T.18.VI.1.5) 

GARY: Si no hay nada más, ¿entonces no hay obstáculos ni fricción que impida tu extensión? 

PURSAH: ¡Sabía que eras muy profundo! Completamente correcto. En el Cielo no hay obstáculos y es muy alegre; mientras que en la tierra, lo que se denomina vida es poco más que una constante carrera de obstáculos. (La desaparición del universo, cerca del final del capítulo 8: Iluminación

3ª cita

PURSAH: (...) En cuanto a lo de seguir aquí once años más ((tras su iluminación)), seguí siendo visible en el sueño con el fin de ayudar a Arten. Mantuve deliberadamente un pie en la puerta, por así decirlo, de manera que pudiera estar con él y ayudarle a estar conmigo para siempre. En cuanto a lo de que el cuerpo no se mantiene por mucho tiempo, no olvides que J realizó un ministerio de varios años estando claramente iluminado. Aunque no es posible estar en completa comunión con Dios y mantener el cuerpo, hay un lugar intermedio, al que el Curso se refiere como la zona fronteriza ((T.26.III)), que es un lugar de perdón donde uno puede hacer cierto trabajo útil mientras parece estar en este mundo, y experimentando simultáneamente su iluminación. 

GARY: ¿Eso es lo que el Curso llama el mundo real? ((T.26.III; T-17.II; T.29.IX; T.30.V; etc etc etc))

PURSAH: Eso es. (La desaparición del universo, cerca del final del capítulo 11: Una muy breve historia del tiempo)

4ª cita

GARY: De modo que la conciencia, aunque es un estado irreal, continúa después de la aparente muerte del cuerpo ((en el contexto de los no iluminados, aún en la apariencia de la dualidad, que tras "morir" pasan una fase transitoria y finalmente reencarnan)). Cuando despiertas completamente del sueño, la conciencia desaparece y experimentas tu unidad con Dios y con Toda la Creación. 

PURSAH: Has sido todo lo exacto que se puede ser, hermano. Todos entraremos en el Reino juntos porque, como hemos dicho, el tiempo sólo es una ilusión. No transcurre ninguna larga espera entre cuando uno se ilumina y cuando se iluminan los demás, porque la iluminación es un estado de Ser que está más allá de los confines del tiempo y del espacio. La mente fabricó el tiempo y el espacio y, por lo tanto debe, por definición, estar fuera de ellos. (La desaparición del universo, capítulo 16: Notas sobre la resurrección de los muertos)

5ª cita

ARTEN: Sí, de modo que cuando despiertas del sueño del tiempo y el espacio, no hay más tiempo y espacio, lo que significa que no tienes que seguir ahí durante millones de años esperando que todos los demás despierten. No hay nadie más que tenga que despertar. Ahí fuera no había nadie más que tú, el único ego, manifestándose como muchos. Y los que pensabas que estaban ahí fuera ya están contigo en el Cielo, no como cuerpos, sino como lo que realmente son, que es espíritu. Nadie puede quedar fuera de la unidad, y nada puede faltar en la totalidad. De modo que todos aquellos a los que has querido o que te han importado, incluyendo los animales, están allí en tu conciencia. Una vez más, no como algo que estuvo alguna vez separado, sino como algo que nunca puede ser separado. Nada puede faltar en la perfección. Todo es perfectamente uno, y es constante, un atributo que no existe en el universo de tiempo y espacio. No obstante, puede ser experimentado por ti, aunque parezcas estar en un cuerpo. 

GARY: He tenido esa experiencia. ((La revelación: un vislumbre de la Unidad)).

PURSAH: Lo sabemos. (Tu Realidad Inmortal, capítulo 1: ¡Arten y Pursah!)

6ª cita

PURSAH: Pero lo que es más interesante es estar iluminado. Si hay una vida por la que merece la pena volver, esa es esta última. No hay nada tan bueno como el Cielo. Pero, cuando estás iluminado, estás lo más cerca que es posible del Cielo. Lo experimentas casi todo el tiempo. Tu cuerpo se siente tan ligero que es como estar en un sueño. Puedes funcionar aquí, pero es muy fácil; no es como la vida en un cuerpo a la que la mayor parte de la gente está acostumbrada. Yo estuve iluminada durante once años, más tiempo que la mayoría. No importa cuánto tiempo dure tu iluminación, si dura once años u once minutos. Una vez iluminado, estás iluminado, y seguirás así hasta que dejes delicadamente el cuerpo a un lado. Esa es la experiencia: dejas el cuerpo delicadamente a un lado porque no puedes sentir dolor. En ese punto la causa de la muerte se vuelve insignificante: como la de J en la cruz. La gente asume que debió de ser horrible, pero para él no fue nada. (El Amor no ha olvidado a nadie, por el principio del capítulo 8: Las lecciones finales de Pursah)

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viernes, 7 de abril de 2017

Cómo perdonar el dolor físico

Los siguientes comentarios los copio de un hilo del foro Concordia y Plenitud:

Cómo perdonar el dolor físico

Codorníu escribió:

En cuanto al tema de las enfermedades propias, no comprendo muy bien qué perdonar.

Me explico: Esta mañana, sin motivo mundano aparente me he levantado con una incómoda tortícolis, que "salta" a cada mínimo movimiento que hago.

Bueno, pues cuando me pongo a perdonar estos dolores corporales, no sé acotar muy bien si estoy perdonando a...

1) El cuerpo (esta forma separada que creo ser).
2) La enfermedad
3) El mismo dolor físico

El caso es que cuando intento exonerar de culpa lo que aparentemente pasa afuera y traer a la mente la causa verdadera de ese dolor, me pierdo.

A ver si me podéis ayudar.

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Antonio.F escribió:

Ante todo, espero que tu molestia remita pronto. Vamos a ver amigo Codorníu, te doy mi opinión, en base a lo que estoy entendiendo sobre el Curso (o creo entender). Perdonamos cualquier cosa que nos produce malestar, ya sea el miedo que nos produce el vecino del 5º, el sentimiento de culpa que nos produce ignorarle y ningunearle y por supuesto el dolor físico que nos produce la tortícolis de marra. Todo lo que nos produce sufrimiento en mayor o menor medida debemos perdonarlo porque no es verdad. Sientes dolor físico porque en el nivel ontológico de la mente así lo has decidido, sientes dolor físico porque es una forma de autocastigo que tú te has impuesto para que Dios no te "castigue". Debes perdonar tu dolor físico, ¡claro que sí! Y perdonando tu dolor estás perdonando:

1) El cuerpo ( Esa forma separada que creemos ser).
2) La enfermedad
3) El mismo dolor físico

Pero lo más interesante de todo esto es que a través de estos "perdones" estás practicando un sólo perdón, estás perdonando el creerte separado de Dios porque la separación nunca ocurrió.

Un abrazo, y que ese dolor ilusorio se alivie, aunque el alivio sea también ilusorio. Shocked

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Codorníu (2) escribió:

Muchas gracias, Antonio.
Como has sacado al "célebre" vecino del 5º, voy a comenzar por ahí.

Verás. Me hago este razonamiento: perdono al vecino (símbolo) al que por error le atribuyo la causa del miedo, que a su vez es una proyección dosificada del inmenso miedo a un Dios vengativo. Todo ilusorio.

Sin embargo, cuando me dirijo a perdonar el dolor físico (símbolo), al que por error le atribuyo la causa del malestar interior, sufrimiento, o falta de paz, que noto... no termino de acotar con claridad que tal malestar-sufrimiento sea a su vez una proyección dosificada del inmenso sufrimiento que procede (ilusoriamente) de un Dios vengativo.

Y como sospecho que lo complico mucho, que esto habría de ser más simple, de ahí mi desconfianza en la manera de hacerlo.

Gracias de nuevo, Antonio.

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Antonio.F (2) escribió:

Sin embargo, cuando me dirijo a perdonar el dolor físico (símbolo), al que por error le atribuyo la causa del malestar interior, sufrimiento, o falta de paz, que noto... no termino de acotar con claridad que tal malestar-sufrimiento sea a su vez una proyección dosificada del inmenso sufrimiento que procede (ilusoriamente) de un Dios vengativo. (Codorníu) 

¡¡Claro!!, ese es el problema que todos los estudiantes tenemos (salvo los iluminados), tenemos la mente dividida, con lo cual establecemos una jerarquía de ilusiones, tú ves ilusorio al vecino del 5º pero no ves tan ilusorio el dolor físico. A un servidor también le sucede igual, también tengo mi jerarquía de ilusiones; pero bueno... sigamos perdonando incluso nuestra jerarquía de ilusiones particular. Perdona el hecho de no terminar de acotar con claridad que tu dolor sea una proyección. ¡¡No hay más!! sólo una herramienta, el perdón, una herramienta universal que parece reparar todos los problemas; pero que realmente sólo repara uno, el que tú sabes. Wink

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Toni escribió:

Me gustan las aclaraciones de Antonio. En el fondo el perdón es uno, aunque lo practiquemos en formas variadas, cubriendo sus diversos aspectos o sutilidades. En realidad lo estamos perdonando todo a la vez: el cuerpo (junto con sus "achaques" o enfermedades), nuestra percepción del dolor, al prójimo, a la vida, al mundo, a uno mismo, a Dios, a nuestra propia decisión equivocada de creer en la separación y por lo tanto autoprovocarnos dolor para mitigar el presunto castigo del Dios que hemos inventado, perdonamos también nuestra propia individualidad y nuestro apego hacia ella, nuestro rechazo a Dios, etc.

La manera en que cada uno de nosotros vamos desenredando este ovillo de culpa es una manera personal, propia de cada uno de nosotros, puesto que como dice el Curso, el proceso es "altamente individualizado". En general, podemos decir que cada uno de nosotros nos enfocamos en los aspectos del perdón que más nos molestan en un momento dado. Por ejemplo, si a ti personalmente lo que más te molesta o preocupa es la enfermedad formal, puedes poner ahí el énfasis de tu práctica durante algún tiempo. Si lo que te molesta más no es tanto el diagnóstico en sí sino tu percepción práctica del dolor (de hecho, uno puede sufrir agudos dolores sin siquiera saber si hay o no algún problema orgánico en el cuerpo, o de haberlos y conocerlos, sin que le preocupen tanto como el dolor en sí), entonces puedes enfocarte en eso, en el dolor en sí.

De todos modos, sea cual sea el objeto que uses como inicio de la práctica, al final vas a parar a lo mismo, aplicando uno u otro de los aspectos del perdón, por ejemplo: "Nunca estoy disgustado por la razón que creo" (ya sea refiriéndonos al cuerpo, a una enfermedad, al dolor en sí, a un suceso, a una noticia del telediario, a una emoción, etc). Y tomando conciencia de que el verdadero motivo de nuestro "disgusto" o "dolor" no es externo, sino nuestra decisión mental de creer en la separación/individualidad, podemos irla perdonando en sus diversos aspectos (en cada momento dado podemos enfocarnos en alguno de estos aspectos). Y por ejemplo en una ocasión puedo enfocarme en recordar mi apego a la individualidad, o mi rechazo a la Totalidad, mi miedo a Dios (conectado a mi temor de perder la individualidad), mi culpa inconsciente por seguir aferrándome a mi individualidad (lo que mi mente entiende como "asesinar a Dios", es decir, sacrificar la Totalidad para poder experimentarme como "yo"), etc. De hecho, en nuestra mente inconsciente hay culpa por el mero hecho de existir: por el mero hecho de percibirnos vivos como individuos (en otras palabras: culpa por el mero "hecho" de haber nacido). Porque si existo como individuo, eso le recuerda a nuestra mente (inconsciente) la "verdad" que ella sabe aunque la ha reprimido: que ha asesinado a Dios... y aún peor, Dios no está tan muerto como se previó, pues ahora se ha levantado de la tumba y viene como un Demonio-Zombi a hacérmelas pagar todas juntas por lo que le hice... ¡Le robé la vida para poder existir "yo"!, ¡le robé mi individualidad y le fastidié su "invento", el Cielo! Porque yo me obsesioné con tener mi especialismo (individualidad) y Dios no me lo concedió (en el Cielo es imposible el especialismo, pues no hay separación). Esto ilustra el tema de los intereses separados (el sistema de pensamiento del ego), pues no veo a Dios como teniendo los mismos intereses que yo, sino que se trata de "uno o el otro": "o Dios o yo" (o sea: no puedo tener a Dios y mi individualidad, porque no es posible ser una parte limitada y al mismo tiempo ser el Todo; por lo tanto, tengo que elegir... y como ego, elegí la individualidad, o en otras palabras, asesinar a Dios para poder existir yo).

Todo eso (entre otros aspectos similares conectados) es lo que estamos perdonando siempre. Es la razón oculta por la que nos sentimos doloridos, incómodos o disgustados, pero reprimimos esa razón (para así evitar corregirla, pues si simplemente fuésemos a nuestra mente y corrigiésemos toda esa falsa creencia, desaparecería nuestra individualidad, ¡y nos resistimos a eso!), por ello reprimimos ese motivo verdadero de nuestro dolor, y lo proyectamos fuera de la mente: por eso hicimos un mundo de formas e hicimos los cuerpos, escondiéndonos así de la mente, de "Dios", pero ante todo escondiéndonos de nuestra propia decisión errada, para asegurarnos de no cambiarla (porque preferimos —parte de nosotros aún prefiere— conservar nuestra individualidad). Entonces me convierto en un cuerpo "inocente" ("bah, soy un recién nacido, la culpa no es mía, la culpa es de un óvulo y un espermatozoide que se juntaron y me crearon a mí... yo soy inocente"), me convierto en un bebé "inocente", tal vez ese bebé ha crecido y hoy tiene bastantes años, pero esencialmente me considero inocente porque soy un cuerpo: ¡fui un inocente bebé, e incluso ahora no soy responsable de mis males, soy un frágil cuerpo, víctima de las circunstancias externas, víctima de los avatares de un mundo hostil! ¡Yo no pedí nacer; los culpables son mis padres que me procrearon, o el mundo, o quien sea, las circunstancias tal vez, pero no yo... yo soy la víctima inocente... yo nunca pedí venir aquí! El perdón implica ir tomando conciencia de todo este autoengaño (un autoengaño deliberado, pero que lo hemos reprimido y olvidado) e ir volviendo la mente hacia dentro: asumir la responsabilidad (la responsabilidad, no la culpa, pues no hay culpa, todo fue producto de un sueño, una falsa creencia en la separación). Y asumir la responsabilidad es volver a la mente, reconocer que nadie me hace nada (nada externo puede darme placer ni dolor, ¡nada me sucede sin yo mismo haberlo pedido!), sino que soy yo quien lo elijo: si elijo aceptar la Expiación (que la separación nunca ocurrió) que nos recuerda el Espíritu Santo, o bien si elijo seguir fingiendo que soy un cuerpo/víctima, con el fin de seguir conservando mi individualidad. Y cuando tomamos conciencia de todo esto, podemos elegir de nuevo. Podemos dejar de elegir lo que nos ha producido percepciones dolorosas (dualidad), y en vez de eso elegir la mentalidad recta de la unión/amor, que nos conduce a percepciones de paz y alegría que facilitarán inmensamente nuestro despertar del sufrimiento de la dualidad.

Todo eso es el perdón, pero como ves, para mencionarlo me he salido del tema específico que planteabas (el dolor físico) y he ido a un plano más general, puesto que en la mente, en lo ontológico, que es donde se encuentra el origen del aparente problema, todo es más general que en el concreto plano del mundo de los cuerpos. Es decir, a nivel del mundo, el perdón lo afrontamos empezando con algo concreto (por ejemplo mi disgusto ante algo, sea un dolor percibido, o una aparente pérdida, problemas financieros, lo que sea), pero al ir hacia dentro, acabamos siempre en lo mismo, que es más general. Por eso el perdón siempre es igual, aunque en el comienzo parezca que lo aplicamos a formas diferentes. El error original (que se encuentra en la mente inconsciente) se disfraza en el mundo de las formas, disfrazándose de muchos modos diferentes (dolor físico, problemas financieros, apegos, discusiones, líos con los compañeros de trabajo, se me rompe una uña del pie, alguien me da una mala noticia, etc), pero tras todas esas formas diferentes, el origen del problema sigue siendo el mismo, y por eso el perdón acaba siendo lo mismo, aplicándose más o menos el mismo antídoto sea cual sea lo que haya disparado nuestro disgusto a nivel de nuestra percepción en la forma.

No importa si tú crees que estás perdonando el cuerpo, la enfermedad, el dolor físico, un problema financiero, la noticia de que tu negocio ha quebrado, etc. Porque cada vez que perdonas una cosa cualquiera, en ella estás perdonándolas todas a la vez (no importa la forma; lo que importa es el contenido, o sea, que no estás en paz y que quieres volver a aceptar la paz; esto es el perdón, independientemente de la forma que adopte el proceso; el contenido es: o estás en paz, o no; y si no, tomar conciencia de que puedes cambiar de mentalidad, y eso es decisión tuya; de hecho, si perdonásemos de manera total cualquier cosa, el proceso acabaría ahí, pues todas las cosas quedarían simultáneamente perdonadas: «perdonar a un solo hermano completamente es suficiente para brindarle la salvación a todas las mentes» (L.108.5.2)). Repito: cada vez que perdonas una cosa cualquiera, en ella estás perdonándolas todas a la vez. Y sobre todo estás perdonando su ilusorio origen, que es siempre el mismo sea cual sea la señal o reflejo que te ha ayudado a percatarte del dilema interno. Por ejemplo, el reflejo en este caso puede que sea tu percepción de dolor físico, pero el origen sigue siendo tu propia decisión de mantener la individualidad (uno de los propósitos del dolor, por cierto, es reforzar la creencia de que eres diferente de los demás, y por lo tanto que estás separado: tú sientes dolor y el prójimo no; o el prójimo siente dolor y tú no —o con cualquier otra forma del error: enfermedad, problema financiero, etc: siempre son cosas que unos las padecen y otros no, resaltando las diferencias, la separación de intereses, en vez de reconocer nuestros intereses compartidos y nuestra esencial igualdad; por eso Ken Wapnick decía a veces que si algo no es generalizable —válido para todos— entonces no puede ser cierto y no pertenecería a la mentalidad recta), y entonces de seguir creyendo en la separación, temiendo a Dios, proyectando un mundo de formas, convirtiéndote en una víctima "inocente", etc. Repetimos la misma jugada una y otra vez, cambiando la forma: hoy me duele el pie, mañana un ladrón me roba en casa, otro día se me cae un plato al suelo y se rompe, luego discuto con mi pareja, o me enfado con una noticia de corrupción política, o enferma un ser querido, etc. Todo es lo mismo. Por eso el Curso dice:

Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. (T.15.XI.10.11)

Las formas de conflicto percibido pueden ser diferentes, pero el contenido (su origen) es el mismo, y por lo tanto el antídoto es siempre el mismo: el perdón, que se aplica igual, sea cual sea la forma que nos haya servido como motivación inicial. La forma simplemente nos está diciendo: "¡Cucú, cucú, aquí estoy otra vez, ahora con este disfraz, pero ofreciéndote la misma oportunidad de siempre: de volver a practicar el mismo perdón de siempre!". Y vamos tomando conciencia de que en el fondo, siempre estamos perdonando lo mismo, aunque el símbolo de alerta inicial adopte una forma diferente en cada ocasión.

En este comentario he generalizado porque el perdón es también algo general. De hecho, una de las claves del Curso (y del Libro de ejercicios en particular) es enseñarnos a generalizar. Pues cuando dejemos de hacer excepciones habremos comprendido en profundidad el mensaje del Curso, y el camino estará muy despejado para la aceptación de la salvación.

Si puedes aceptar esta generalización ahora, no tendrás necesidad de aprender muchas otras lecciones de menor importancia. (T.3.I.7.10)

El objetivo de tu aprendizaje ha sido no aprender, y esto no puede conducir a un aprendizaje fructífero. No puedes transferir lo que no has aprendido, y el menoscabo de tu capacidad de generalizar es un fallo fundamental de tu aprendizaje. (T.12.V.6.3-4)

A medida que percibas más y más elementos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrenamiento bajo la dirección del Espíritu Santo aumentará y se generalizará. Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios. (T.12.VI.6.5-7)

Su generalización se demuestra a medida que lo pones en práctica en más y más situaciones. Reconocerás que has aprendido que no hay grados de dificultad en los milagros cuando los apliques a todas las situaciones. No hay situación a la que los milagros no sean aplicables, y al aplicarlos a todas las situaciones el mundo real será tuyo. (T.12.VII.1.2-4)

La naturaleza misma del problema es que no es un problema ((el principio de la Expiación es que la separación, el problema que presuntamente originó el resto de los problemas que son reflejos de ella, nunca ocurrió)). Por lo tanto, mientras él lo perciba ((mentalidad errada)), no lo podrá percibir tal como es ((mentalidad recta)). La curación, en cambio, es evidente en situaciones concretas y se generaliza para incluirlas a todas. Esto se debe a que todas ellas son realmente la misma situación, a pesar de sus diferentes formas. La finalidad de todo aprendizaje es la transferencia ((la generalización)), la cual se consuma cuando dos situaciones distintas se ven como lo mismo, ya que lo único que se puede encontrar en ellas son elementos comunes. Esto, no obstante, sólo lo puede lograr Uno que no ve las diferencias que tú ves. No eres tú quien lleva a cabo la transferencia de lo que has aprendido ((tu papel es simplemente ir dando los pequeños pasos del perdón, lo mejor que sepas)). Pero el hecho de que dicha transferencia ya se haya llevado a cabo, a pesar de todas las diferencias que ves, te convence de que esas diferencias no podían ser reales ((es decir: si estás en paz sean cuales sean las circunstancias externas, eso demuestra que las diferencias aparentes a nivel de la forma no tenían la menor importancia)). (T.27.V.8.4-11)

Los ejercicios están diseñados para ayudarte a generalizar las lecciones, de manera que puedas comprender que cada una de ellas se aplica por igual a todo el mundo y a todo lo que ves. (L.PI.introducción.4.2)

Esto te ayudará a generalizar las ideas en cuestión a toda situación en la que te encuentres, así como a todas las cosas y personas en ella. (L.PI.introd.6.2)

Y cuando con este caso especial se haya comprobado que en toda circunstancia en que se le ponga a prueba siempre da resultado, el pensamiento subyacente se puede entonces generalizar a otras áreas de duda y de doble visión (("doble visión" se refiere a la visión dual, es decir, a la mentalidad errada)). (L.108.6.2)

Basta con poner causa y efecto en su verdadera secuencia con respecto a algo para que el aprendizaje se generalice y transforme al mundo ((el mundo no existe; lo que se transforma, evidentemente, es nuestra percepción del mundo)). (M.5.II.4.4)

Pero llevar a cabo esta generalización es un proceso. Nosotros empezamos desde abajo de la escalera espiritual, desde el sistema de pensamiento del ego, que podríamos resumir con la frase (referida a la primera "ley del caos"): "Creemos en la realidad de una jerarquía de ilusiones". En otras palabras: creemos en las diferencias y en que por lo tanto hay grados de dificultad entre los milagros: creemos que unas situaciones son más fáciles de perdonar que otras.

Este principio procede de la creencia en una jerarquía de ilusiones: de que algunas son más importantes que otras, y, por lo tanto, más reales. (T.23.II.2.3)

Lo único que una jerarquía de ilusiones puede mostrar son preferencias, no la realidad. (T.26.VII.6.5) ((Es decir, que siempre se trata de nuestra decisión, nuestro deseo: preferimos o valoramos una cosa o la otra; preferimos la ilusión o la realidad, y lo que decidamos preferir, debido a que lo deseamos, creeremos en su realidad —así es como hemos producido todas las ilusiones, empezando por la básica: la "realidad" de nuestra individualidad)).

Ese es nuestro peldaño inicial, abajo de la escalera. Y nos dirigimos poco a poco (por lo general es un proceso gradual) hacia arriba por la escalera, hasta llegar al último peldaño, que dice exactamente lo opuesto que el peldaño de abajo del todo, pues arriba se dice (se vive; se experimenta):

No hay grados de dificultad en los milagros. (T.1.I.1.1)

Y debido a que esto último es lo verdadero, el perdón se puede aplicar del mismo modo a cualquier situación, sea la que sea. Sin importar su forma. (Nótese la frecuencia con que aparece la palabra "todo", "todos, "todas", "cualquier", etc, en las citas anteriores). Como todo conflicto es lo mismo, no hay grados de dificultad en los milagros. Una ilusión es una ilusión es una ilusión...

No puede haber grados de dificultad en la curación por el simple hecho de que toda enfermedad es una ilusión. ¿Sería acaso más difícil desvanecer la creencia que tiene un demente en una alucinación mayor, que la que tiene en una más pequeña? ¿Podría reconocer más rápidamente la irrealidad de una voz estridente, que la de una voz agradable? ¿Desecharía más fácilmente una orden para que mate que se le pide con un susurro, que una que se le pide a gritos? ¿Y afectaría el número de tridentes que tienen los diablos que él ve la credibilidad de éstos en su percepción? Su mente ha calificado todas esas ilusiones de reales, y, por lo tanto, son reales para él. Cuando se dé cuenta de que no son más que ilusiones, desaparecerán. (M.8.5.1-7)

Puesto que el perdón es algo general (generalizable), en este comentario he puesto el énfasis en esto. En la práctica, el perdón puede adoptar formas diferentes según cada caso o situación (lo que más arriba llamé "aspectos del perdón"), pero aunque podemos practicar con una forma diferente según la situación en que creamos encontrarnos, el contenido del perdón sigue siendo siempre el mismo. La forma podemos adaptarla a cada situación en que nos encontremos, adaptando el perdón a nuestro gusto, según la necesidad concreta. Pero el contenido del perdón es siempre el mismo, pues el origen del supuesto problema es siempre el mismo, la creencia en nuestra mente a favor de la separación.

El mero hecho de no concederle demasiada importancia a algo del mundo de la forma, ya es perdón (por ejemplo, no tomarnos demasiado a pecho nuestro cuerpo —o los de otras personas—, o tal enfermedad, o tal dolor, o tal noticia, etc).

Para reflexionar en el tema del perdón aplicado concretamente al tema de la enfermedad y/o dolor físico, son muy completitos los comentarios del capítulo 10 del libro "La desaparición del universo", de Gary Renard. Ese capítulo 10 se titula "Sanar a los enfermos", y ahí se comparten una serie de ideas o "insights" que inspiran y ayudan a ir "encendiendo las lucecitas" en nuestro discernimiento sobre este tema.

Uno de los principios que ahí se mencionan es el hecho de que el dolor físico no es realmente físico, sino que es un proceso mental. Tomar conciencia de esto sigue siendo un importante aspecto del proceso llamado "perdón".

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Toni (2) escribió:

Mi comentario anterior, como de costumbre, se centra en aclarar el contenido del perdón. En cuanto a la forma, podemos expresar el contenido de perdón mediante cualquier forma que sintamos adecuada. En el Curso hay muchos ejemplos, los cuales podemos usar en esa forma o mediante nuestras propias palabras (lo que importa es el contenido, no las palabras).

Por ejemplo, basta con tomar conciencia de que Dios es Amor.

O basta con recordar que solo Dios es real, y que las ilusiones no lo son.

O basta con observar sin juzgar eso que nos preocupa; o tomárnoslo menos en serio; pues estas actitudes son perdón, ya sea que las acompañemos con algunas palabras o no.

Con el recordatorio "Dios es Amor" sería suficiente para estar a salvo de todo, pues es aplicable a todo. Así de simple es el perdón.

Cuando te parezca ver alguna forma distorsionada del error original tratando de atemorizarte, di únicamente: "Dios es Amor y el miedo no forma parte de Él", y desaparecerá. (T.18.I.7.1)

O con la traducción literal de esa frase interior de la cita, que me gusta más: "Dios no es miedo, sino Amor" (T.18.I.7.1)

Otras formas:

Quizá necesite recordar: "Dios está conmigo. No puedo ser engañado". Quizá prefiera usar otras palabras, o sólo una, o ninguna. (M.16.10.5-7)

Y una forma que se adapta muy bien al contexto del dolor físico:

Si Dios es real, el dolor no existe. Mas si el dolor es real, entonces es Dios Quien no existe. (L.190.3.3-4)

En otras palabras: toma conciencia de que puedes elegir entre Dios y el dolor; entre la verdad y las ilusiones.

En mi comentario anterior dije que uno de los propósitos del dolor es reforzar nuestra creencia de que somos diferentes a otras personas. Otro de los propósitos del dolor es castigarnos para que cuando llegue el temido Dios vengador, nos vea tan mal que podamos decirle: "¿Ves cuánto sufro? No merece la pena que te molestes en castigarme, pues ya estoy mal yo solo". Otro propósito del dolor es competir con Dios: "Tú me quieres castigar y no te lo voy a permitir: antes que eso, me castigo yo mismo".

Pues bien, otro propósito del dolor es demostrar que Dios no es amoroso, sino castigador. Si siento dolor, eso es un reproche inconsciente hacia Dios/Vida. Y perdonar eso incluye perdonar a Dios, es decir, tomar conciencia de que Él es Amor y no es la causa de nuestro dolor. Pues el mundo del dolor no lo ha creado Él. (Y lo que no ha sido creado por Dios, no existe).

Si siento dolor, estoy negando que exista un Dios de Amor (pues o no sería amoroso, o de serlo, no tendría suficiente poder para parar el dolor; en ambos casos, no sería realmente Dios). Pero si cuando siento dolor me acuerdo de estas ideas, podré usar mi percepción del dolor de una manera diferente: en vez de usarla para poner en duda a Dios, usarla para poner en duda el dolor. "Bien, es obvio que estoy sintiendo dolor... si esto es cierto, entonces Dios no existe... pero voy a procurar a abrirme a la idea de que tal vez estoy equivocado y es justamente al revés: Dios sí existe, y lo que no existe es el dolor que estoy percibiendo" (el mero hecho de tomar conciencia de eso, hace que el dolor nos afecte menos y sea menos tomado en serio, y si el discernimiento fuese lo suficientemente profundo, el dolor incluso desaparecería, como desaparece la oscuridad ante la luz y la ilusión ante la verdad). Parte de nosotros se resiste a esto porque si bien es cierto que si Dios existe, entonces no existe el dolor, también es cierto que si Dios existe, ¡no existo "yo"! Y esto ya no nos gusta tanto, pues nos aferramos a nuestra individualidad. Tanto es así que una parte de nosotros está encantada de sufrir dolor, pues eso demuestra que existimos. "Dios no existe, ¡pero yo sí! ¡Quién dudaría de que existo, con lo mucho que estoy sufriendo!". Convertimos así el dolor en una prueba de nuestra existencia. Pero si nos desapegamos de nuestra creencia en ser un individuo limitado, eliminamos al mismo tiempo la base del dolor, pues ya no lo necesitaríamos para demostrar necedades, y al dejar de tener propósito, desaparece.

Por lo tanto, un recordatorio simple podría expresarse parecido a esto:

"Dios es Amor".

O más explicativo:

"Esto no puede ser verdad, porque Dios es Amor".

En ese recordatorio, el pronombre "esto" podemos aplicarlo a cualquier cosa que nos inquiete: un dolor físico, una preocupación, un problema financiero, o cualquier cosa que nos preocupe o nos incomode.

Esto no quiere decir que si te acuerdas de estas ideas, el dolor vaya necesariamente a desaparecer de repente. Eso sucedería si nuestro perdón fuese completo. Pero puesto que rara vez es así, basta con que practiquemos hasta el punto en que estemos preparados en ese momento. Entonces el dolor desaparecerá, o en caso de no desaparecer, nos afectará menos, pues ya hemos empezado el proceso de cuestionarlo, por lo que nos tomamos la ilusión del dolor menos en serio y ya no tejemos una historia de victimismo en torno a ella.

Estos ejemplos en palabras son solo para ilustrar la facilidad del perdón (pues basta con recordar que "Dios es Amor", o ni siquiera con palabras: simplemente observar el dolor sin juzgarlo, sin tomarlo en serio, y así empezando el proceso de ponerlo en duda. Las palabras son solo ilustraciones para captar el mensaje. Una vez entendido el mensaje, olvídate de las palabras. Pues de haber necesidad de ellas, vendrán a tu conciencia espontáneamente cuando sean útiles.

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Toni (3) escribió:

Finalmente, una vez que uno se empapa del mensaje de los comentarios anteriores, y pone en práctica ese mensaje, todo se resuelve, paso a paso. No importa qué estamos perdonando exactamente (el cuerpo, el dolor, al vecino del 5º, etc). Si estamos poniendo en práctica la actitud que ofrecen estos mensajes, esencialmente ocurre esto: que estábamos sin paz, y que ahora volvemos a aceptar la paz.

No importa qué estás perdonando concretamente. No hace falta precisar eso. Simplemente perdona. Y al perdonar una cosa cualquiera, habrás perdonado también todas las demás. La prueba de que el perdón comienza a ser profundo es la disminución del conflicto y el aumento de la paz.

En este sentido, el perdón es simple. Perdonas, y la preocupación/conflicto desaparecerá.

Perdonaré, y esto desaparecerá. (L.193.13.3)

Recordemos que lo que desaparecerá es nuestra manera errónea de verlo. La forma que había desencadenado nuestra preocupación podría seguir estando presente, pero ya no nos afectará, y en este sentido habrá desaparecido, tanto si parece seguir ahí como si no.

En última instancia sí desaparecerán todas las formas, incluido el universo físico, pero eso es el muy final del proceso total de la Expiación, cuando el Hijo como Uno ha aceptado la Expiación y regresa a Su Padre, Quien se inclina, lo toma en Sus Brazos y lo eleva hacia Él. Entonces solo hay Cielo. Ya no hay Padre e Hijo, sino solo Amor (ya es así ahora, pero nos negamos a verlo y por eso necesitamos el proceso del perdón).

Pero antes de llegar a eso tenemos mucho camino por delante, por ilusorio que sea. Es el camino de nuestra práctica de perdonar/despertar. Y en este sentido práctico, las ilusiones irán desapareciendo conforme las perdonamos. Algunas de ellas desapareciendo a nivel de la forma; otras desapareciendo en el sentido de que ya no nos afectan, y por lo tanto en un sentido práctico "ya no están ahí" ni pueden molestarnos.

Si sigue ahí la sensación de dolor, ya no me la tomo tan en serio, por lo que cada vez me afecta menos. Y el dolor no puede durar mucho ante una actitud así. El dolor disminuye y desaparece al observarlo sin juicio, porque el dolor es del ego, el cual es incapaz de ver nada sin juzgarlo. Por lo tanto, si dejamos de juzgar el dolor, esa observación desprejuiciada es el comienzo de su eliminación, porque ya no miramos con el ego, pues hemos dejado de juzgar. Pues ya no se ve el dolor como algo serio, sino como una simple ilusión; una creencia errónea; una decisión que ya estoy en vías de anular. Estas tomas de conciencia, esta "luz" del observar sin juzgar, este discernimiento o perdón, vuelve mi mente hacia dentro, donde se encuentra mi liberación.

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Fuente: Concordia y Plenitud: http://concordiayplenitud.foroactivo.com/t208-como-perdonar-el-dolor-fisico

(Ese link del foro, además de ser la fuente de este tema, puede que contenga novedades si algún participante más se anima a compartir sus reflexiones).

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