lunes, 30 de octubre de 2017

Es conveniente no apegarnos a las palabras

El desapego es útil no solamente con respecto a los objetos físicos, sino también con respecto a los objetos mentales: las creencias, las emociones, las ideas, los significados de las palabras, etc.

El Curso nos proporciona ejemplos de desapego de las palabras, al dar a una palabra un significado en un contexto y otro significado completamente diferente en otro contexto. De este modo nos entrena para que valoremos los significados sin apegarnos a las palabras.

Por ejemplo:

No se le negó su deseo, sino que se modificó la forma del mismo, de manera que redundase en beneficio de su hermano y de él, y se convirtiese de ese modo en un medio para salvar en vez de para llevar a la perdición. (T.25.VI.5.11)

Aunque el Curso utiliza muchas veces el dúo forma/contenido para referirse con la palabra forma a lo irrelevante (el mundo, el cuerpo, las relaciones especiales) y con la palabra contenido a lo que es realmente relevante (el propósito, la mente), en esta cita se utiliza de manera puntual la palabra "forma" como sinónimo de propósito o contenido. El significado de esa frase es que el Maestro interior no nos quita la relación especial, pero modifica su forma (es decir, cambia su propósito) para que de este modo en vez de seguir siendo una relación especial se convierta en una relación santa.

Por lo tanto, no nos apeguemos a las palabras. Una cosa es la forma de una relación (por ejemplo nuestra profesión, o si estamos casados, etc), y otra cosa es la forma de una relación en el sentido de qué actitud presento en ella: si la utilizo para condenar o para perdonar; para sentirme diferente o para reconocer nuestra inherente igualdad. Si por ejemplo soy maestro y estoy casado, mi relación con mis alumnos es una de las formas en que se despliega mi vida, y mi relación con mi mujer es otra forma diferente en que se despliega mi vida. Un asunto diferente es la forma o manera (actitud mental) en que encaro mis relaciones (puedo usar mi relación con mis alumnos para unificar o para separar, y puedo usar la relación con  mi mujer para unificar o separar). Al Espíritu Santo no le importa si somos maestros, albañiles o parados, ni si estamos casados o solteros. No es eso lo que a Él le importa que cambiemos. Lo que le importa es si utilizamos esos roles para condenar o para perdonar. Eso es todo.

Por lo tanto, no es lo mismo el mundo de la forma que la forma en que trato a los demás. Lo primero es físico, lo segundo mental.

Otro ejemplo del Curso es que suele utilizar las palabras "amor especial" para referirse al ego. Pero en ocasiones no es así. Por ejemplo:

Su odio especial se convirtió en su amor especial. (T.25.VI.6.8)

En este caso, es de las pocas veces que el Curso utiliza la expresión "amor especial" en un sentido positivo. Esa frase se refiere a cuando cambiamos el propósito de nuestra relación, de modo que se transforme y en vez de seguir siendo una relación especial ("odio especial") pase a ser una relación santa (expresada puntualmente como "amor especial" en esta cita en concreto).

Esta misma flexibilidad con respecto al significado de las palabras es útil tenerla en cuenta al leer a otros autores, de cualquier tradición. Como ejemplo final, Kenneth Wapnick suele usar la expresión "uno o el otro" para referirse a la actitud básica del ego (si tú eres culpable, yo soy inocente; si yo consigo esto, tú te quedas sin ello; si yo soy mejor, tú eres peor; etc). Sin embargo, en algunos de sus escritos Ken utiliza esa expresión en un sentido que refleja mentalidad recta: cuando se elige entre el sistema de pensamiento del Espíritu Santo y el del ego. Pues se trata de uno o el otro (en el buen sentido), ya que no se puede elegir a la vez el amor y el miedo, la verdad y las ilusiones. O uno, o lo otro. Y hasta que no elijamos una de las dos opciones de manera inequívoca (y solo una de ellas puede ser elegida inequívocamente porque solo una es real) estaremos oscilando entre el amor y el miedo, entre la paz y las dudas. Mientras no elijamos el Cielo, estaremos en el infierno (no nos aferremos a las palabras aquí tampoco jejeje).

Intuyamos, pues, el sentido de las palabras pero sin aferrarnos a ellas. Las palabras son ilusiones. Señalan algo. Dirijámonos hacia lo que señalan y dejémoslas en paz. Esta flexibilidad, generalizada a todos los ámbitos de nuestra experiencia, facilitará mucho nuestro viaje a casa, nuestro despertar, nuestro reconocimiento de lo que siempre ES.

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